Comprar saludable, un ejercicio de coherencia
Hoy me ha ocurrido una cosa curiosa... Entré rápidamente en el súper a comprar fruta para almuerzo, porque olvidé llevarlo de casa, y en la cola para la caja me fijé en lo siguiente casi sin pretenderlo: una mujer en torno a 65 años comenzó sacando de su cesta un paquete de Danacol, lo que captó irremediablemente mi atención y seguí visualizando lo que la señora iba colocando sobre la cinta. A esto se sumaron:
- 3 botellas de 1 L de aceite de oliva (ni virgen, ni virgen extra, del normalito)
- 1 paquete de 8 yogures de Activia, 0% materia grasa, edulcorados
- 1 caja de 4 paquetes de Galletas María Fontaneda
- 1 bolsa grande de patatas fritas
Esta combinación me llamó mucho la atención, e intenté anotar mentalmente todos los artículos. El precio total fue de 22,42€, lo cual me pareció CARÍSIMO para una cesta de la compra llena de productos de mala calidad. Y a ver, tampoco voy a entrar a valorar para quién o quiénes hizo la compra esta buena mujer, y que conste que estoy analizando todo esto desde el máximo respeto... Pero hay que tener en cuenta una cosa: por diferentes razones, en general hacemos la compra con muy poca COHERENCIA. Y voy a explicar por qué.
Empiezo por lo más evidente. Si una persona compra Danacol o similares se supone que será con el objetivo de "bajar el colesterol", porque le ha salido alto en los análisis (a ella, a su marido o a quien sea). Mi pregunta es... ¿por qué van acompañando a Danacol productos como galletas y patatas fritas? Bien es verdad que se ha demostrado que el consumo de fitosteroles vegetales (el "principio activo" de Danacol) disminuye los niveles de colesterol. Pero esto, digamos, es una pequeña ayuda, y siempre en el contexto de una dieta equilibrada, rica en frutas, verduras y fibra vegetal. Entonces, ¿por qué seguimos recurriendo a estos productos mientras nuestra alimentación, sigue siendo, (y perdón por la expresión), una mierda? Como si el botecito de Danacol nos fuera a salvar de estar alimentándonos fatal... Es decir, estamos acompañando esos esteroles vegetales con bien de grasa saturada de mala calidad y azúcares simples bajo la creencia de que una cosa compensará a la otra. Absolutamente incoherente.
También esta demostrado que la fibra presente en los copos de avena ayuda a reducir el colesterol, entre muchos otros beneficios. Al igual que los antioxidantes naturales presentes en frutas y verduras previenen la oxidación lipídica, y la consecuente formación de "colesterol malo". Entonces propongo lo siguiente... ¿por qué no sustituimos esas galletas para el desayuno por copos de avena y aumentamos nuestro consumo diario de fruta fresca? Y de paso nos ahorramos el Danacol.
Y ya por redondear completamente esa cesta de la compra... El aceite de oliva "normalito" carece de muchos de los antioxidantes naturales que posee el aceite de oliva virgen extra (ej. vitamina E), y la diferencia en cuanto a precio tampoco es tanta... Y no solo eso, sino que el virgen extra cunde más. También ocurre que los yogures desnatados y edulcorados ofrecen una falsa sensación de saciedad, por lo que es mejor y más inteligente (y a veces hasta más barato) consumir yogures "naturales", y edulcorarlos o añadirles fruta o lo que queramos en nuestra casa. Y ya de paso, ¿por qué no sustituimos a las patatas fritas por un snack saludable, como frutos secos o fruta desecada?
Entonces, aplicamos estos cambios a la cesta de la compra y obtenemos lo siguiente:
(Fuente: https://www.dia.es/compra-online/. Consultado: 26/01/18).
¡Sopresa! Parece que es más barato comprar saludable. Nos va a dar para muchos más desayunos y/o meriendas esa cantidad de copos de avena en combinación la fruta fresca, la fruta desecada o los yogures, y probablemente tenga un mayor impacto sobre el colesterol, que la combinación Danacol+Galletas de desayuno.
Desde aquí apelo a la coherencia que sé que todos llevamos dentro. No hace falta ser dietista o nutricionista para caer en la cuenta de que nos favorecerá mucho más comer de manera saludable que acudir a productos "remedio", que a fin de cuentas no nos solucionan nada. Y además, una alimentación saludable no es ni aburrida, ni monótona, ni insípida... sino todo lo contrario.
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